Inocuidad y calidad de los alimentos y
protección del consumidor
Los términos inocuidad de
los alimentos y calidad de los alimentos pueden inducir a engaño. Cuando se
habla de inocuidad de los alimentos se hace referencia a todos los riesgos,
sean crónicos o agudos, que pueden hacer que los alimentos sean nocivos para la
salud del consumidor.
Se trata de un objetivo
que no es negociable.
El concepto de calidad
abarca todos los demás atributos que influyen en el valor de un producto para
el consumidor. Engloba, por lo tanto,
atributos negativos, como estado de descomposición, contaminación con suciedad,
decoloración y olores desagradables, pero también atributos positivos, como
origen, color, aroma, textura y métodos de elaboración de los alimentos.
Esta distinción entre
inocuidad y calidad tiene repercusiones en las políticas públicas e influye en
la naturaleza y contenido del sistema de control de los alimentos más indicado
para alcanzar objetivos nacionales predeterminados.
Por control de los alimentos
se entiende lo siguiente:
...
actividad reguladora obligatoria de cumplimiento realizada por las autoridades
nacionales o locales para proteger al consumidor y garantizar que todos los
alimentos, durante su producción, manipulación, almacenamiento, elaboración y
distribución sean inocuos, sanos y aptos para el consumo humano, cumplan los
requisitos de inocuidad y calidad y estén etiquetados de forma objetiva y
precisa, de acuerdo con las disposiciones de la ley.
La responsabilidad máxima
del control de los alimentos es imponer las leyes alimentarias de protección al
consumidor frente a alimentos peligrosos, impuros y fraudulentamente
presentados, prohibiendo la venta de alimentos que no tienen la naturaleza,
sustancia o calidad exigidas por el comprador.
La confianza en la
inocuidad e integridad de los alimentos es un requisito importante para
los consumidores. Los
brotes de enfermedades transmitidas por los alimentos en los que intervienen
agentes como Escherichia coli, Salmonella y contaminantes químicos ponen
de manifiesto los problemas existentes de inocuidad de los alimentos y aumentan
la preocupación pública de que los modernos sistemas de producción agrícola,
elaboración y comercialización no ofrezcan salvaguardias adecuadas para la
salud pública.
Entre los factores que
contribuyen a los posibles riesgos de los alimentos se incluyen las prácticas
agrícolas inadecuadas, la falta de higiene en todas las fases de la cadena
alimentaria, la ausencia de controles preventivos en las operaciones de elaboración
y preparación de los alimentos, la utilización inadecuada de productos
químicos, la contaminación de las materias primas, los ingredientes y el agua,
el almacenamiento insuficiente o inadecuado, etc.
Las preocupaciones
concretas sobre los riesgos alimentarios se han centrado en general en los
siguientes aspectos:
- riesgos microbiológicos;
- residuos de plaguicidas;
- utilización inadecuada de los aditivos alimentarios;
- contaminantes químicos, incluidas las toxinas biológicas, y
- adulteración.
La lista se ha ampliado
todavía más para incluir los organismos genéticamente modificados, alérgenos,
residuos de medicamentos veterinarios y hormonas que promueven el crecimiento
utilizados en la producción animal.
Los consumidores esperan
que la protección frente a los riesgos tenga lugar a lo largo de
toda la cadena alimentaria,
desde el productor primario hasta el consumidor (un todo continuo que iría
"de la granja a la mesa"). La protección sólo tendrá
lugar si todos los sectores de la cadena actúan de forma integrada, y los
sistemas de control de los alimentos tienen en cuenta todas las fases de dicha
cadena.
Como no hay ninguna
actividad obligatoria de este tipo que pueda alcanzar sus objetivos plenamente
sin la cooperación y participación activa de todas las partes interesadas, por
ejemplo, los agricultores, la industria y los consumidores, el término Sistema
de control de los alimentos se utiliza en las presentes Directrices
para hacer referencia a la integración de un planteamiento regulador
obligatorio con estrategias preventivas y educativas que protejan toda la
cadena alimentaria. Por ello, un sistema ideal de control de los alimentos
debería incluir la observancia eficaz de los requisitos obligatorios, junto con
actividades de capacitación y educación, programas de difusión comunitaria y
promoción del cumplimiento voluntario.
La introducción de planteamientos
preventivos, como el Análisis de riesgos y de los puntos críticos de control
(HACCP), ha conseguido que el sector privado asuma una mayor responsabilidad de
los riesgos para la inocuidad de los alimentos y de su control. Este
planteamiento integrador facilita una mayor protección del consumidor, estimula
eficazmente la agricultura y el sector de la elaboración de los alimentos y
promueve el comercio nacional e internacional de alimentos.
Extraído
de la publicación de la FAO
“DIRECTRICES
PARA EL FORTALECIMIENTO DE LOS SISTEMAS NACIONALES DE CONTROL DE LOS ALIMENTOS”
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